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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

jueves, 23 de marzo de 2017

Vivir adrede.

Me recuerdo sentada en el suelo de tu cuarto. La luz tenue. El lavanda de tu pared. Creo que cenamos allí. Bebíamos lambrusco. Y te levantaste del suelo, cogiste un libro y no sé si abriste tú al azar o me dijiste a mí que eligiese una página cualquiera.

Te pusiste detrás de mí, en cuclillas. Pusiste tu barbilla sobre mi hombro. Y tu lado izquierdo de la cara tocaba el mío derecho. Recuerdo el roce de tu pelo y de tu barba. El tacto de tu mejilla. Quedarme pegada quieta, inmóvil, como si al moverme un milímetro fuese a romper el momento. Y comenzaste a leer:

Desde mi sólida banqueta, o sea desde mi trono de pelagatos, veo desfilar el tiempo y sus minucias, los torbellinos del desorden, las fragatas que en el puerto se mecen impasibles, los murciélagos que inmóviles vigilan, las golodrinas que regresan cargadas de experiencia. También manos que ahora son casi garras, bocas seductoras que reclaman besos, pieles que se convierten en pellejos, ojos que aman cuando miran, colinas de allá lejos que se acercan, arroyos que se vuelven ríos, ríos que se vuelven mares. Desde mi sólida banqueta, desde mi trono de pelagatos, veo cielos que se aclaran y oscurecen viejitas que no hace mucho eran muchachas, desalientos que fueron esperanzas. Pero también futuros que se abren y nos llaman, con promesas que quién sabe y no obstante admitimos. El mundo pasa sin interrupciones, con paisajes que llenan el contorno, alarmas con abismos, glorias inaccesibles, perdones que no pedimos y alborotos en la conciencia cerrrada con candado. Hasta que una noche inesperada, los párpados sucumben y ya no se levantan.

Me retumbaba tu voz en mis oídos. Como un ronroneo que no quieres que pare. Miraba tus manos sosteniendo las páginas. Era algo tan íntimo. Tan Mágico. La complicidad de la que tú siempre hablabas. Podría haberme quedado a vivir en ese plano pa' los restos.

 Sentí a mi corazón coraza querer irse contigo. Y ahora, perdido a medio camino, todavía se niega a regresar.

domingo, 19 de marzo de 2017

Inventario.

Cosas que quitar de la vista:
-Poster Pulp Fiction. Primer cumpleaños.
-Ilustración 'El lado oscuro del corazón'. "Si no saben volar pierden el tiempo conmigo". Todavía recuerdo lo rojo que se me puso el corazón cuando la vi, por tu despiste, antes de que me la regalases.  
- Ilustración de La novia "y yo dormiré a tus pies para velar lo que sueñas", veinticinco cumpleaños. El verso en realidad no es así, me lo inventé. 
-Ilustración Californication "hasta que las putas ruedas aguanten, cariño","creo que todos tenemos a una persona que se nos mete bajo la piel y no se va". A veces miraba la frase antes de dormir y me sentía culpable. Otras sonreía por saberme ella. 
- Cuadro del Principito, veinticuatro cupleaños. El que más pena me dió quitar. Volverá algún día a lucir en una pared. Decía en la parte de atrás que me querías como el Principito a su rosa, o algo así. 
- Lámpara KaseO. Reyes 2016. 
-Flores: las gerberas que me regalaste cuando fui por la comunión de tu primo. La rosa el 9 de noviembre porque no encontraste violetas. Clavel de la feria. El ramo de violetas por el siguiente 9 de noviembre. Este último no hubo nada. Otra rosa que ya no recuerdo porqué. Joder, no lo recuerdo. 
-La nota de dentro del armario, esa en la que me dabas las gracias por cuidarte, que tú lo harías pronto. Y me decías "te quiero mi futura R1". Nada ha sido cierto al final.
- Marco de fotos con foto en la avenida constitución en navidad. Te daba un beso. Creo que fue los primeros reyes... Sí, cuando Murphy. El día que te conocieron en casa.
-Cervezas: del festival de las naciones, de una de las primeras veces que quedamos en el río. En grupo, con Charo, María, Pablo y te trajiste a Suso. De un cumpleaños tuyo, el del totem. Y otra que sería de cualquier vez contigo en cualquier sitio al que saliésemos juntos. 
-La princesa chicle de papel, que en realidad no recuerdo siquiera si es tuya, pero intuyo que sí. 
-Los pétalos que me pusiste en nuestro segundo aniversario en Granada. 
- Tus fotos-postales. Y una postal de Cantabria que he encontrado con el resto. 
-Fotos de carné tuyas.
-El sobre del regalo de las entradas del teatro de Mérida con los recuerdos de allí. 
-Las tropecientas fotitos para el guardapelo. 
-El guardapelo, con su foto y tu pelo ya sin gomilla. La rompió V de tanto abrir y cerrar y jugar con el mechón.
- Un posit que hacía referencia a ti: "voy por las calles tan contenta y no llevo encima más que tu nombre". 
-La vela larga de tiger que compraste para mi cumpleaños cuando estaba estudiando el eir y fuimos a tu piso y me habías hecho la tarta de obleas que no nos cabía después del Foster. 
- La vela de nuestro segundo aniversario: el que pasamos en granada y me dista la sorpresa, hincado en el pionono. 
-Polaroids: Málaga en el puerto, Granada, Mérida sólos y en grupo. Y las que tú tienes que ya ni recuerdo.
-La polaroid falsa: la foto que nos hicimos en el piso cuando quedamos con David y Charo para Delimbo. El día del porro de Amsterdam del cajón de la tele. La primera vez que subí una foto de los dos de cara a instagram. 
- La foto de las setas. Estoy bien guapa ahí, ¿eh?
-La foto de la boda de tu primo. Nos quedaremos con la duda de saber si nos hicieron alguna. De saber si salimos en el vídeo los dos hablando en la ventana. 
-La foto del río, la que puse cuando tu hermano escribió eso tan bonito de nosotros. 
-La foto de la comunión, ahí me querías fuerte, ¿eh?. Me quedo con tus miradas de lelo de amor. 
-La foto de la provenzal, esa que le mandamos a tu madre en plan mira con quien he quedado y llevábamos ya juntos yonosécuánto. 
-El resto nuevas que tenía impresas también las voy a esconder. De mi cumpleaños en grupo, de Mérida en grupo, la foto de familia "al completo" en la celebración del cumpleaños de Irene en el parque alamillo.   
- El zorro y la rosa que me hiciste de papiroflexia. Son tan bonitos.
-Batman y Rei de Lego. Ya no están juntos de frente sobre el bote de play doh. Ahora andan en estanterías muy separadas. 
-Corchos con fechas. De botellas de Lambrusco de celebraciones y no-celebraciones. Creo que te hiciste un llavero con uno.

No he quitado los libros, ni las pelis, ni las cámaras, ni los regalos hechos por tu madre. Ni el zorro de mi cama, los otros le echarían de menos. Sí que he metido para el fondo alguna ropa. Calcetines. Tazas. Algunos colgantes. Es sólo temporal. 

Creo que si tú haces lo mismo te quedarás con un cuarto con eco. 

Lo he querido guardar todo en la libreta donde todo está escrito de todos y resulta que al abrirla estaba llena de ti. Cartas, notas que ni recordaba. 
Hay un álbum de recuerdos en el que es más fácil dejarte permanecer que quitarte. Mucho cine, exposiciones, viajes, regalos...

Por borrarte tengo que quitarte hasta de la cesta de FNAC. Eran compras para tus veintinco. De la lista de deseos de Amazon. Ya no podré regalarte el chaquetón de Interstellar que tanto tiempo llevo guardando y esperando para que fuera tuyo. De Dropbox. Llevaba en la carpeta desde que empezamos un documento con una frase que leí una vez que me recordó a ti. Después de formatear el móvil me di cuenta de que había perdido varios sms. Al disco duro mejor ni asomarse. 

Fue un alivio dejarlo limpio. Entrar y sentirme bien. Poder mirar. Que fuera de nuevo refugio y no castigo. 

Sin embargo todo lo vivido no cabe en una caja ni en unos pocos escondites. No sé comprimir todo lo que sí-.

Por eso lo guardo en el pecho que lo tengo ancho como Extremo.  




miércoles, 15 de marzo de 2017

Ya no. Y la vida de Mía y Sebastian.

Ya no habrá caídas cuando hablo pareciendo de Constantina o de ti. Ni letraos. Ni bueno hijo. Ni acho. Ni cualquiera de las palabras que yo siempre creía que eran inventadas. Ya nadie me llamará Preciosa perla rara. Ni Mina. Ni Linda. Ya no soy tu Mia Wallace. Ni Carmen SanDiego. Ni la prota de Flashdance. Ya no soy tu Cleopatra. Ya no somos ellos. Cleopatra y Marco Antonio. Ni tú mi Alejandro Magno. Hank Moody y Karen. Batman y Rei. Finn y la Princesa chicle. Campanilla y Cojín. Ni Judy Hopp y Nick Wilde. Ya no habrá zorrinejos . Ni Suzy y Sam. No somos los críos de Submarine. Tampoco el skater y la enfermera del cuadro que te hice. Ni los protas de Azuloscurocasinegro. Ya no tengo mejor amigo. Ni Co-protagonista.  Ya no tengo Cashorro. Ni sexxxy. Ni a mi chico de catálogo. Ni voy en tu cartera.


Ya no subo la cuesta 
que me lleva a tu casa. 
Ya no duerme mi perro junto a tu candela. 


Ya no viajaremos a Marte. Ni al cuarto de la plancha. Ya no hace pop tu pie. Y nuestro semáfono no es más que un semáforo más que ya no recuerda que cambiaba de rojo a verde mil veces antes de conseguir despedirnos. Ya se le olvidaron todas las veces que pasé por allí, de madrugada, de vuelta de ti. Hasta cuando llovía. Hasta cuando helaba. Hasta cuando los zapatos me hacían daño. El teléfono hamburguesa no será el fijo de nuestra casa. Nadie te hará el bocadillo de Elvis para decirte que nosotros éramos ellos: Wallace y Chantry, dos idiotas que quisieron ser amigos pero no pudieron, tuvieron que ser más. Mucho más. Se murió el cafuné. El Ña: nuestra forma universal de decirnos te quiero. No habrá 9 de noviembre ni será dulce. Ni posits entre las hojas de cualquier libro. No llevaré en el vientre a Zion y Selah. No les tocarás para dormise canciones de Lauryn Hill. 

Ya no llevaremos la venda
Buscaremos respuestas
Moriremos de amor


No veremos el Jerte en primavera. Ni la nieve en semana santa. No iremos juntos a Madrid a ver al Hombre Viento. Ni al Perro Viejo. Ni al Nazca. Ni a Disneyland. Ni al de Harry Potter ni al de Lego. Se nos han quedado mil películas por ver. Y por ir a ver. La maratón de los Oscars. No he podido estrenar a Eleven. Ni vestirnos a conjunto en tus carnavales. No te he visto conducir en el asiento del copiloto.Ni pondrás tu mano en mi muslo con mis piernas apoyadas el el reposapies. Ni me has llevado a esos 80 sitios de los que hablamos. Ni te enseñaré el extranjero, el mundo, la mirada amplia de la vida. No me enseñarás a montar en bici. Ni comeré pollo al sarmiento. Ni habrá más regalos esperando la emoción del otro. 


Ya no habrá canción ni bailes de pasión
Los ojos que ahora miras, no los veo yo
Ya no seremos para siempre,



Ya no sueñas conmigo cuando sueñas bonito. Nuestra memoria sensorial sufrió amnesia. Ya no busco tus venas. Ya no me miras mientras lloro de emoción (en cualquier concierto, en en cualquier cine, en cualquier momento) absorto, enamorado. Ya no soy arte en tus ojos.


Ya no "Ain't no sunshine when she's gone".  

Ya no soy para ti. Ya no te lo dice el viento. 




Las putas ruedas no aguantaron más, cariño. 





Ya no será
ya no
no viviré contigo
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Periodo helenístico III

Ayer me sorprendí diciendo que alguien se había entallao' un deo'. Sigo mirando la mínima y la máxima de tu alrededor en el mapa del tiempo de la primera. Demasiado pronto para quitar esa costumbre.

Te guardo en la nota que te puse en el libro de Charly Efe. En el momento que dijiste "nunca te había visto sonreir así" la primera vez que me escondiste una entre las páginas al devolverme "El amor las mujeres y la vida". Me miraste como si fuera Magia. 


Todos los 'de aquí no me muevo' ahora son mentira. 


En las listas de reproducción que nos acompañaron tantos días. 
Yo te quería mucho antes de lo debido. 

Recuerdo el momento exacto en que supe que estaba enamorada de ti. Sonaba Ismael de fondo. No sé decirte cuál. Pero justo sonaba una frase. Y yo te besaba. Y te besaba. Y te besaba. Y en cada beso se me escapaba un te quiero. Te quiero. Te quiero. Que tuve que apretar fuerte en la garganta para no asustarnos. Se me escapó por los ojos y la lengua. No sé si lo notaste. Pensé que en cualquier segundo me convertiriía en un estruendoso y feliz tubo de confeti en una fiesta. Pensé que podría pasarme la vida así, con tu boca pegada a la mía. 

Te veo en las luces de candileja. En nuestro semáforo. 

Si trapito nos viera. 

Te he afeitado. Te he pelado. Te he tenido tumbado en mi pecho como un niño buscando consuelo. He pisado por primera vez contigo un tanatorio y un cementerio. Te he agarrado fuerte. Y he llorado contigo. Te he palpado la cara para volverte a pasar por el corazón. Besé todos tus complejos y traumas hasta que los viste bonitos. 


¿Qué harás con el totem? 


Todavía recuerdo lo kamikaze que fuiste al agarrarme la mano en plena madrugada y cómo me dejé explotar.




Me miro las yemas para ver si aún estás.

jueves, 2 de marzo de 2017

Periodo helenístico II

Recuerdo a Meredith diciendo 'I can't, I can't remember our last kiss. All I could think about was, "I'm going to die today and I can't remember our last kiss," which is pathetic. But the last time we were together and happy, I... want to be able remember that, and I can't Derek. I can't remember.' Y el pelo le olía a lavanda, por el acondicionador. 

La última vez que nos besamos fue la mañana del 7 de enero. Había silencio y luz entrando por la ventana de mi cuarto. Estaba tan agusto en la cama. Y eso que los dos en una de 90 no era dormir a pierna suelta. Recuerdo abrir los ojos y verte mirándome. La paz. Recuerdo sonreír. Recuerdo acurrucarme en tu hueco. A trozos. A sueños. 

Y levantarte, vestirte y recoger tus cosas. Preguntarte si no vas a desayunar antes de irte. Recuerdo mi cara de puchero la noche anterior porque no quería que te fueses. Y tu abrazo. Y tu mirada de ternura diciendo que volverías pronto y más días. 


Y el ruido de meter las cosas en la maleta. De revisar si no te dejabas algo, como pasaba la mayoría de las veces. Hablamos, pero no logro poner en pie el qué.


Y nos besamos. Suave. Mullido. Como el trazo largo de un lápiz sobre un papel en blanco. 


Te vi salir del cuarto con los párpados a medio camino. Evaporándote. Te escuché pasar por el salón con la maleta en brazos para no despertar a nadie. Y cerrar la puerta con cuidado. Sonreí pensando lo bueno que eras, lo delicado que eras. Y caí en un sueño profundo con tu olor en las sábanas. 


Ahora a veces no sé si todo eso, todo lo anterior, fue cierto o lo inventé. Ahora, cada vez que lo he rememorado el final de un poema de Bukowski viene a mi cabeza:



Linda, tú me has traído esto,
cuando te lo lleves
hazlo lenta y suavemente
hazlo como si estuviera muriéndome en sueños en lugar de
en vida, amén. 


miércoles, 1 de marzo de 2017

Periodo helenístico I

Decía Benedetti que uno siempre está solo, pero a veces, está más solo. Y creo que nadie puede entender este vacío, este hueco que tiene eco sin tener que hablar en alto. Me obligo, me presiono. Siéntete bien, cojones, es lo mejor, es lo que llegaría y te han puesto en bandeja. Esto era un paciente terminal que sabíamos que algún día sería el último. Quizá sea mi incapacidad de rendirme, de querer siempre intentarlo, seguir. El cómo habría sido todo si hubíesemos seguido me angustia, me ahoga. Como Mía y Sebastian. Es otro fracaso a mi lista, otro duelo que superar. Y "a veces, una se cansa" como decía la Maga, y quiere hacer arder la palabra resiliencia. Estoy hasta los cojones de resurgir, de sobrevivir. De que ni siquiera esto, lo único que parecía que tenía además de la Ohana, haya salido bien. Y mire donde mire sólo veo gente feliz, que progresa, que avanza, que consigue, que quiere y tiene. Llevaba mucho, mucho tiempo que, a pesar de todo, si me preguntaban si era feliz, mi respuesta era sí rotundo, con la boca llena. Y, joder, ahora dudo. Y es horrible escribirlo. Y es evidente que algo no va bien porque estoy escribiendo. Y yo no sé escribir feliz. Soy de letras tristes, y de V. Y prefería la pérdida del don. 


Soy las pinturas negras de Goya. 

jueves, 18 de julio de 2013

Signos. Y sueños de las 12:30

Yo estaba allí pero era hace muchos años. Me veía a mi misma de cría. Uno o dos años quizá. O una edad que no existe realmente. Todos dormían. Y un tipo había puesto bombas por toda la casa. Bombas. O lo que mi mente imagina que son bombas. Unas cajas metálicas que multiplicaban por dos el ancho y el alto de una caja de cerillas. Con luces parpadeantes rojas o verdes. Según si estaban activadas o desactivadas. Y que se adhieren a los muebles sin posibilidad de despegue.
Observaba a aquel tipo que quería destrozar a mi familia mientras dormían. Cuando se escabulló como un gusano fui corriendo al cuarto de baño a desactivar la que había pegado en la cara interna del mueble donde guardábamos la pasta de dientes y demás enseres. Ese mueble sigue existiendo. De tanto mirarle hacerlo había aprendido a desactivarla. Pero eran demasiadas y había otras más complicadas. No podría hacerlo sola. Aparecí en el cuarto de mis padres. Los dos durmiendo. Juntos. Qué rara esa visión después de tantos años. Y al lado una cuna. Conmigo dentro. Claro. En esa época todavía eran felices. Quería despertarles pero me guardé unos segundos más esa visión. Esa puñetera estampa me hacía feliz. Unos segundos más. Me alivia guardar ese recuerdo de papá. Esa imagen de mediana edad. Aún con pelo. Barba. Sólo con una chispa de barriga cervecera. Semblante serio. Y salud. Mucha salud. Me alegro de que en mis sueños no salga lo que la enfermedad hizo contigo. La paz de verte sería un infierno.
Me decidía y los despertaba. Les decía que papá tenía que ayudarme. Que eran demasiadas bombas para mí. Que sólo con él podría hacerlo. Se creían en un sueño o algo. Desorientados con los ojos entreabiertos. Repetí el sermón. Y papá sin preguntarse siquiera quién era se levantó corriendo, con su cara de urgencias, y nos pusimos a desactivarlas todas. Lo hacía en slips blancos. Como siempre dormía en verano. Al menos cuando vivía en casa. No sé si cambiarían sus hábitos.
Y trabajamos en equipo. Juntos. Sin hacerme preguntas. Sabía que era su niña muchos años después. Y yo prefería no contarle todo lo que iba a pasar. Quizá podría haber cambiado el curso de las cosas. Pero no lo hice. No lo hice.
Estaba feliz. Le tenía a mi lado. Sano. Fuerte. Vivo. Y sonreía como en esa cinta de VHS en la que me tiene en sus rodillas y da a probar el champán y pongo cara de asco pero quiero más.
Y no sé si la niña que era en la cuna o yo tiene miedo. Y mamá la coge de la cuna. Cogerla a ella es también cogerme a mí. Y veo como esa cría de la cual sólo conservo el tamaño de los ojos busca con táctica y estrategia un lugar exacto en el pecho de mi madre. Y se aprieta junto a él. Es el lugar donde más se escucha su corazón. Y a las dos se nos difumina el miedo.
He tenido miles de sueños con mis muertos. Mis no-vivos (en tierra). Seguramente muchos más bonitos. Más cercanos a la paz. Más dulces. No sé el porqué de contar éste.

No sé. Que no quería olvidarlo.

Y yo quería volver para contar otras cosas. Pero he acabado contando esto. Y mejor. Supongo.

El otro día me olió a mi médico de la infancia al subir al autobús. Le quería mucho. Un día debería ir a buscarle. Y también una tarde al salir del portal me olió a tarde de playa. De la mía. No de cualquiera. Y tengo señales por todas partes. Y no paran de suceder cosas. Buenas. Malas. Sorprendentes. Ni de llegar ni de irse personas. Buenas. Malas. Sorprendentes.

Supongo que sólo escribo para dejaros claro que sigo viva. O eso creo. Que, para mi decepción, al final no supe morir de la tristeza. O no me dejé hacer. No sé. Que sigo escribiendo. Aquí no. Pero sí en muchos sitios. Que ya no soy Rapunzel. Ni la misma. O bueno. 'Siempre la misma y siempre diferente' que diría Ángel González. Que sigo buscando el perdón. 'Mi propia penitencia para mis propios pecados'. Y que, para mi sorpresa, si que he vuelto a sentir por segundos Felicidad. Creía que me quedaría inerte. Pero lo volví a sentir.
Y todavía no tengo claro si es horrible o maravilloso.



viernes, 1 de marzo de 2013

Urgencias. Y heridas

Hoy hablaba con un buen hombre. No sé ni cómo salió la conversación pero me dijo:
-Si es que eres una niña, ¿qué tienes? ¿Veintidós? ¿Veintitrés?
-Veintiuno- respondí.
-Fíjate, veintiuno, eres una niña, yo te veo como una niña. Aunque tú te veas como una mujer, aunque te vean como a una mujer, a mis ojos eres una niña. Y seguro que a los de tu padre también. ¿A que te lo dice? Que siempre vas a ser una niña para él.
Me limité a sonreír. Pero insistió.
-¿Eh? ¿A que sí?
-Sí, me lo decía, me lo decía...

Y su cara. Y mi dolor de hablar en voz alta en pasado. Y saber que sí. Que a sus ojos lo era. Y que no quería que jamás me viese de otra forma.



sábado, 12 de enero de 2013

8 de Enero. Y.

Me lo repito para no esperarte. Para no pensar que sonará el teléfono y serás tú. A través de otro. O con tu pequeño hilo. Tus frases cortas. Tu esperanza marchitándose.
Sueño contigo. Sueño contigo resucitado. Y a todos nos parece tan normal. Y me lo creo. Y muero yo contigo al despertarme.
Sé que nos estabas esperando. Igual que mi princesa hizo con Irene. Que sabías que venía a por ti. Te di la mano. Y te acariciaba con el pulgar como hago siempre. Me dijiste que si estaba cansada podía soltarte. Y yo te dije que no. Sólo hacía mucha calor en la habitación. Luego tu brazo. Y te dejé fóvea. No por mi fuerza. Por tu cuerpo.
Yo no la esperaba tan cerca, ¿sabes? Me despedí hasta pronto. No hasta nunca. Aunque ahora sé que es hasta siempre. Te siento. Y ojalá estés leyendo esto mientras lo escribo. Me estaba preparando para despedirte. Cuando sientiera que era la última lo diría. Diría que te quiero. Que ojalá nunca hubieses dudado de cuánto lo hago. Perdóname papá. Perdóname. Todavía no he aprendido a decirlo. Y ya no tengo más oportunidades. Ojalá que sea verdad que las palabras no hacen falta para todo. Ojalá recordases cuando dijiste una vez "la chica es la que más me quiere de todas". Ojalá te dieras cuenta de que todo lo que no decía era por no volverme una cría delante tuya y pedirte que no te fueras. Igual que tus lágrimas no eran fisiológicas.
Me enfadé mucho cuando no quisiste mudarte aquí. Después lo entendí. Pero me habría gustado tanto cuidarte como he aprendido. Cuidaré de todos como hubiera querido hacerlo contigo papá.

Pienso en tu risa. Cuando te dió un ataque de la tuya contagiosa y acabamos todos los que nos juntábamos en el campo en el suelo llorando a carcajadas. Pero luego pienso en cómo llabamas a tu yerno campeón. Y a mi chiquitina. Que no podré presentarte a ningún chico como querías. Ni habrá enanos que puedan llamarte abuelo. Y se me desgarra el ancla hasta colgarme del apex.

Voy a pensar mucho en ti papá. Voy a pensar siempre en ti. Cómo no hacerlo si te tengo tan cerca. Voy a escribirte cartas. Voy a guardarlo todo. No quiero que te me escapes.
Dile a todos que les quiero. También a los que no conocí. Cuida a la reina, por favor. Y no te preocupes por nosotros. Es que el peso de esos cabrones se nos salen por los ojos. El desgraciado del cáncer. Y la muerte puta.

Ya no les tengo miedo papá. Diles que se dejen de atacar a mi familia y  vengan a por mí. Si tienen cojones. Ganaré siempre. Siempre. Porque me dejará con ellos. O me llevará con vosotros. Contigo. Y esas son todas mis victorias.


domingo, 2 de diciembre de 2012

De pérdidas. Y perdidos

Pido a la peonza de la vida que deje de dar vueltas. Que no encuentro el norte. Que no paro de caerme al suelo.
Todo esto me hará mejor. Les entenderé como nadie. Para algo tiene que servir. Consuelo de tontos.
Esto no tiene nada de literatura. Nunca lo fue. Ni lo pretendí.
Siento los ojos en tarros de formol. Las extremidades en cámaras frigoríficas. Y la respiración consciente.
El imbécil se cree que no tuve suficiente con quedarme sin monarquía. Ahora también quiere quitarme la mitad de mis cromosomas. No sé qué te he hecho. De veras. Has incumplido todos nuestros malditos pactos.
No sé si te das cuenta de lo que estás consiguiendo.
Que estuve a un giro de pie de morir y me dió lo mismo.
Me dió absolutamente lo mismo. No sentí nada.
¡NADA!
¿Sabes lo triste que es eso?
Rebobina hijo de puta. Rebobina.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Peces que no lloran. Y crematorios

Me desgarran las armas que colgaste de mis órganos al irte. Me puede el dolor precordial. Se me olvidan horrorosas veces al día que ya no estás. Y para nunca. Que no podré encontrarte por mucho que busque bajo todas las camas. Que ya no debo tener cuidado al caminar a oscuras. Voy a escribirte hasta que dejes de doler, hasta que dejes de pesar, es decir: nunca. Serás mi musa. Siempre lo fuiste.
Nadie más podrá reinar.

Tuve que ver cómo a mi Principito le mordía la serpiente. Y yo sólo quiero abrazar su cuerpo frágil. Mecerla con su nana. Pero ya no es más que polvo. O esa soy yo. No lo sé.

El papel fotográfico no tiene tu tacto. Y no podré perdonarme no saber describirlo.
Hay tantas palabras que ya jamás podré volver a repetir.
Te las quedaste todas mi vida. Te las has quedado todas.

"La muerte ya no asusta, tengo arriba a quien me espera." 


lunes, 9 de julio de 2012

Esternón. Y cardinal

Mi madre me dijo que si lloraba por cumplir los veintiuno qué haría cuando cumpliese los cincuenta.
- Me da igual -le dije- no pienso llegar a ellos.



lunes, 4 de junio de 2012

Tumores. Y temores

Los domingos se me hace esdrújula la nostalgia. Siempre se me acentúa.
El día de la marmota ha venido a manifestarse. Y estamos como hace meses. Ya podían los tumores ser temores. Y que se difuminasen con abrazos. Pero a los cromosomas les resbala el amor por los telómeros.

Los hologramas que dejó por el camino hacen su tertulia semanal. Siempre después de las doce. Hablan de mordiscos en los hombros y de cinco guepardos impresos en un gemelo. De mirar a la izquierda. De abrazar a la almohada. 
Abrazos. En eso he pensado hoy.
En cómo
los rescates financieros
los elefantes asesinados por reyes
la subida de tasas
el paro imparable
la iglesia que se libra del IBI [y no sólo del mal, amén]
el fin del mundo de los mayas
las extirpaciones de cadenas mamarias
todo
todo, haría menos daño allí.
En la guarida que empieza con la trenza de mis brazos alrededor de tu cuello. Me enreda tus ramas en los costados. Y termina respirando cercana a tu nuca lo más parecido a la paz que he olido nunca.

Pero sólo me queda el confluir de factores genéticos y ambientales esperando que me den alucinaciones táctiles. O recortar un trozo del infinito que envió y guardo bajo el colchón. 

Poder contar contigo. Como Benedetti. Y números también.
Que no es lo mismo un hasta nunca que un hasta siempre.
Que el horóscopo hoy me ha dicho "Marina querida, el Cielo se abrirá para ti". Y que no era una falta ortográfica. Te ha nombrado.
 Y yo he pensado: "Ojalá que sea que viene a darme uno ultrasónico"



domingo, 6 de mayo de 2012

A mi columpio. Y madre

Se me forma un trombo de palabras cuando intento hablar de ella. Y es que no es fácil probar a unir letras que se apilen llegando a la azotea de la deuda eterna que tengo con sus días. Es preciosa. Lo era de pequeña con su tebeo entre las manos. Vestida de blanco con los labios lleno de ilusiones. Después de cada una de nosotras. Cada vez que viene y me cuenta lo que ha aprendido. En todos y cada uno de los momentos en que me pregunta cómo está. Y también cuando no lo hace. E incluso cuando se levanta con los párpados a medio camino y su pelo ha decidido ser anárquico. Ahí diría que está más bonita que nunca.
No sólo nos ha criado a nosotras. Hay más de ésta familia que la consideran madre además de nuestra fiera en miniatura. Sin olvidar a todos aquellos que a lo largo de los caminos (nunca mejor dicho) la llamaban "mami" y buscaban sus consejos como resorte. Entonces a mí no me queda más que recordar lo que dice mi querido Tayler Durden:  "Estás en la boca de los sueños de tantos que todavía, cuando no miras, celebro un gol a la vida por haberme tocado, tú, que podías elegir destino y escogiste precisamente el mío." Saber que tantos la quieren pero es mía me hace incandescente. Y me pregunto si podré tener más suerte a lo largo de mis días porque con ella ya me llevé la palma. No sería justo para el resto. 
Y yo no sé cómo compensarla. Sí que hay una caja llena de felicitaciones, dibujos y pamplinas que demuestran lo que pocas veces digo. Siempre fui más de escribir que de decir. Y espero que ella sepa perdonar esa ausencia. Pero cada día se lo susurro con mis córneas. Y se me escapa entre líneas cada vez que le hablo. Ojalá sepa escucharme. Aunque yo creo que sí, que la telepatía que nos une desde que era un cigoto no puede fundirse. Eso va sin pilas.

Es la culpable de mis llantos nunca superados con Dumbo y todos esos traumas madre-hija de Disney. Siempre pienso en ella. También de que con veinte años haya visto más mundo que muchos en toda su vida. Ojalá supieseis lo maravilloso que son los aviones a su lado. Y las calles. Y los museos. Y la risa tonta que nos entra en los hoteles. Ver su cara ante El beso de Klimt o el espectáculo de Wishes o regalos de los seis de enero son cosas que aún no he aprendido a describir.

Imposible no sonreír al recordar los vestidos que me ponía que siempre picaban en el cuello. Las luchas por no querer bañarme y luego no querer salir de la bañera. Y por huir de esos baños nasales de sal marina. Las horas sentada delante de un plato de chicharos. Sus engaños con la comida. Su arroz con leche. Sus croquetas. Los miles de perfumes que ahora son ella. Cómo lloré la primera vez que no pudo acompañarme al colegio porque estaba mala. El pasear siempre agarradas. La risa de pulgoso que le sale. Cómo me deja colarme en su cama. Cuando me acosa para pedirme cariño y me dice que ya no la quiero. Su cara expectante esperando que abra un regalo y me encante. Su siempre "vas a llorar" cuando me los da. Como me mira cuando cree que estoy guapa. Y también cuando piensa que algo me queda horroroso. Su gusto por mi pelo. Y por presumir de mis ojos, mis pestañas y mi altura. Lo que le gusta ir contando por ahí lo que hace su niña. Lo que estudia su niña. Verla con dolor de estómago de tanto reírse cuando está con sus amigas o con su "chiqui". Cómo hace amigos en los autobuses. Sus ganas de siempre ser la mejor en inglés. Y ver cómo nos supera a todos con creces. Verla hablar por otros países es un gustazo. Todo lo que ha hecho por tachar a mi corta edad tantos de los sueños de mi vida, esa insaciable lista. Verla beber leche a morro. O abrir la boca al pintarse los ojos. Su hombro que supera a las almohadas de viscolátex. E incluso cuando me dice que parezco un cerdo con esa argolla puesta.

Mis fracasos duelen más en su presencia. Pero en vez de echarme abajo es cuando más me quiere. Y de eso sí que no sé qué decir. Y las victorias que a veces recolecto no tienen sentido si no tienen su aprobación. Me empuja hacia mis sueños. Pero no con fuerza. Pero no me oprime. Es más como una palmada en el culo al nacer. Me deja ir sola en su conquista. Pero sé que la tendré a un silbido a mi lado.

El presupuesto siempre lo rompo por ella. Y saber conmoverla me da segundos extras de vida. Y le prometo que cuando trabaje le regalaré esos bolsos imposibles, esos viajes que nos faltan, esas lámparas para su casa de muñecas. Le daré todo lo que quiera. Todo lo que me pida. Y no será suficiente. 
Que sea feliz. Feliz hasta el hastío. Hasta un estado de continuo ronroneo. Eso es lo que quiero. Eso es lo que debe sentir. Menos sería faltarle el respeto a la vida. Y ella me enseñó demasiado bien la educación. 

Imposible no temblar al pensar en su ausencia. Ella se ríe de mí cuando me cabreo al escuchar sus bromas sobre lo corta que tiene la línea de la vida y lo poco que le queda. Pero a mí no me hace gracia. No estoy preparada. Ni ahora ni nunca. La necesito tanto. Soy una niña entre sus brazos de goma que borran el dolor y la tristeza. Porque no podré soportar no decir nunca más su nombre. Porque ella es la palabra más bonita del mundo. La primera que dije. Y la que no quiero que se quede enterrada en mi garganta.

Madre. Mamá. Mami. Mamuchi.Mamotiz. Má. Mi queridísima Mii. Te quiero. Más allá de cualquier límite espacio-temporal. Te quiero. Gracias. Infinitamente infinitas. 





Y la felicidad es verte andar por casa, todas esas arrugas que la risa hizo en tu cara. Madre siempre habrá, estemos donde estemos, una gran línea recta entre tu cuerpo y mi cuerpo.

jueves, 29 de marzo de 2012

Magnéticos. Y Dios

Me castañearon las piernas. Las cuerdas. Y las corcheas. Si es que alguna vez tuve de eso. Temblé al abrirle la puerta. Llevaba cuatro días de retraso. O quizá toda la vida. Le desnudé. Sin preliminares. Sin cuidado. Sin más. Le dejé desnudo. De cuerpo. Y de alma.
Esperaba mucho de él. Mucho. Pero sabía que estaría a la altura. Que se reiría de ella. Me tenía muda. Absorta. Y de rodillas. Como a Bécquer. Haz conmigo lo que quieras. Le susurré. Le grité. Le dije. Con palabras. Con las córneas. Con los dedos. Y así lo hizo.

Nunca me sentí más cerca de la libertad. Sonreí. Y  me retorcía cada vez que escuchaba salir la maldita palabra de su boca. Libertaz. Rememoraba todos los movimientos. Me enseñaba a cada línea que escribía en mis oídos. Abría puertas. Aurículas. Ventrículos. Y pupilas. No sabía que sería lo siguiente. Sin embargo no quería que el momento terminase. Me despistaba. Me mantenía en vilo. Sabía sorprenderme. Iluminarme. Claro que provocaba mis terremotos. No hacía falta que apretase su estilo para que me desnudase. Tengamos estrellas. Seré la luna si tú me dices cómo.
Me pidió que le bailara. Y a mí me divertía. Mis brazos tirados con helio. Mi melena que quería que mis costillas se riesen. Y mis caderas comenzaron a correr detrás de la batería con el fin de atrapar el ritmo entre mis muslos.
Frené en seco. Su gravedad se me agarró dentro. La de Newton. Y la de su tono. Me vacila. Me provoca. Me conoce. Sabe que me encantan los cereales de fibra. Él se folla los versos de los demás. Y yo quiero que esa maldita canción haga trabajos manuales en el camino que sigue a mis rodillas.
Me incapacita. Anula mis funciones vitales. Vuelve voluntario todo aquello que no lo es. Me importa una polla los babeos y el olor a alcohol. Es más, ya sabes que me encanta. Y me [re]bautizo con su santa saliva para llamarme Serah.
Me reclino en el sillón. Reptan por mi dermis sus versos insensatos. Serpientes que arquean columnas. Y propagan extremidades. Dudo de mi condición humana. ¿No serás tú uno de esos encantadores flautistas? ¿Acaso si abro mi boca puedo asegurar que mi lengua no es bífida? ¿Era el amor al sexo o al saxo sin amor lo que nos guiaba? Y sin avisar [como traidoras] me muerden. El latido que habitaba en mi coño se fuga a mi cabeza. Arde. Duele. Es el no poder devolverles el brillo lo que vierte cataratas oculares. Es acabar así sin poder evitarlo.
Pero si él lo dice no lo haré. No me rendiré señor, a ti me debo. Limpia el tono plomo. Succiona para quitar el veneno. Sabe poner puntos simples. Colchoneros. E incluso grapas en mis heridas. No pregunta si son quirúrgicas. O traumáticas. Deshace mi fatiga crónica cada vez que se me cae el velo y veo la mierda terminal que nos acuna. Así es él. Me salva. Porque sabe que aún soy una niña. Que no merezco poner sílabas a mi dolor. Mi analgesia. Mi anestesia.
Hay quien dice que hay palabras que cambian de piel y parecen más dulces. Haz un trueque de piel por música. Esto ya es íntimo. Y tenemos compañía. Pero más kamikaze soy yo por no parar. ¿Chica misteriosa? No creo. Más bien lo contrario. Conmigo sí que tendrías un auténtico abrigo. Es lo que soy. ¿Te mareas?
Por fin. Aquí está. Nunca será tan hipnotizante como con Dernier Domicile Connu. Sin embargo es perfecta. Con y sin alcohol. Miro al suelo. Un palmo y medio para pisar tierra. No creo que se pueda evitar[te]: No [l]evitar.
Es constante. En la azotea. Y en el subsuelo. Antes de salir. En lo que dicen los demás. En las salidas con Baco. Y en sus secuelas. Pero nunca en mis sueños. Morfeo está celoso. Dicen que El Padrino es la respuesta a todo. Yo creo que eres tú.
Me buscaron 16 veces por esos renglones. Antes de que aparecieras. Sí. Señales. Tampoco sé dónde está Adán. Podría hacer un pastel con la manzana. Y fumarme las hojas de parra mientras espero. Sé que tú ya tienes Eva.
No te fíes. De ti salió eso de más de lo que digo es lo que escondo. Bien lo sabes. Está dentro de mí, no conmigo. Eso es a lo que yo llamo ático. Mi infierno personalizado. Donde todo entra y poco sale. Por suerte está tu empuje. Escucha. Escucha atento. Estoy renaciendo. ¿Sabes que podrías llevar a la quiebra  a todas las empresas farmacéuticas? El prozac quiere llevarte a juicio. Sin embargo disminuyó el paro entre los fisioterapeutas. No sabes cuántas contracturas hay de tanto sonreír.
Volver a volver a empezar. Te salvó. Y ahora tomas el relevo. Llega la primera que nació. ¿A qué altura estaré ya? Puedo mofarme de las azoteas. Ando más arriba. ¿Cuánto tendré que esperar para que el ritmo me diga eso? O mejor que el ritmo. Se elevan mis comisuras a cada nota del bajo. El precio del poder. Esto es mejor que toda la montaña de coca de Tony Montana.
Un invitado inesperado. Escandaloso. Nunca mejor dicho. Escandalosa manera de aojarme.
Bendito el día que te nombraron para mí. Y la boca de la que saliste. No todos tienen la suerte de encontrar en su camino jazzimientos.Mi Karma es un buen chico.
Me plantan el postre delante. El buen sabor de boca es proporcional a las ganas de más. Maldita suerte tiene la cariátide que sostiene tu cuerpo. ¿De tu boca sale algo malo alguna vez? No hay peritos capaces de evaluar tu grandeza. ¿Quién podría no tener después de esto días largos suficientemente buenos?

Que gracias, joder. Gracias. Por los botes salvavidas. Por el milagro de 1980. Por el 799 de 4000. Por lo músicos a los que nadie escucha. Por la música pura.


¿Por qué decidiste permanecer pobre, dejándome a mí tan rico?


sábado, 4 de febrero de 2012

Sábados. Y taxistas

Me sabe a humedad. A calambre. A coincidencias. Y a alcohol. De ese en el que nos gusta bañarnos. Y del que uso para curar[nos] las heridas. Las que teníamos. Y las que a veces nos [des] y a veces hacemos. Me sabe a silencio. A intervalos. Me sabe a calendarios. A mi puñetera apoptosis. Al Nessun Dorma haciendo que mis martillos, yunques y estribos crean estar hasta el culo de MDA.
No voy a decirte que tu nombre me sabe a hierba. Eso dejémoselo a Serrat. Y si me sabe a hierba será con nombre de mujer. Y créeme que no quiero que me sepa a nombre de fémina a no ser que lleve una [n] intercalada. Entonces sabría a sal.

Lo sé. Apesto a recaída.



martes, 24 de enero de 2012

Vueltas. Y más vueltas

Sigo siendo una experta en perder el tiempo. O lo que la mayoría cree que es eso. A mi nunca me lo parece. No hago del todo las paces con el deber. Siempre creeré que hay ciertas cosas recuperables y otras que no. Son justo ahí. Y no se volverán a repetir. El humo sale del cigarrillo de papá, pero nunca vuelve a entrar. Por eso las elijo antes.
Venía a contar que sonrío. Creía que me caería por la cuerda del trapecista. Pero desde lo alto pude escuchar al público vitorear que había llegado al otro extremo.
Que sonrío. Que tengo una fiera que al parecer me acompañará hasta firmar mi madurez. Y que la presencia de muchos destroza las teorías cristianas de la existencia de un cielo. El mío está aquí. Con ellos. Supongo que esconderán sus alas bajo la ropa interior.

¿Living is beautiful o me lo parece a mí?


Se me olvidaba, muy feliz 2012. Ahora sí. 



martes, 3 de enero de 2012

Capacidad pulmonar. Y el accidente del Ferry

Me da igual que no creas. Me da igual que no me conozcas. Yo tampoco creo. Yo tampoco me conozco. Pero reza. Por favor. Reza. Por ella. Por mí.Por todos nosotros. Por no ser Meredith Grey en el agua. Reza. A tu dios. Jesucristo. Alá. Dioniso. Iniesta. Eminem. O Javier Ibarra. Me da igual como se llame. Pero reza.

Practicaré todo lo que me enseñaste.Recordaré todas las noches en que lo hacíamos juntas. No quiero echarla tanto de menos como te echo a ti. Y no creo que tú quieras tenerla de compañia por esos lares. Ella es mi razón de mi Noviembre dulce. Y tú por la que es triste. Le amo y le odio. Ya lo sabes. Habla tú con quien quiera que mande por ahí. Ayúdame.


Me moriré. Me desintegraré sin ella. Me moriré. Seré una buena chica. Más aún. Puedo serlo. Lo prometo. Seré una buena chica. Seré una buena chica. Por favor. Lo seré.

Seré una buena chica. Lo prometo. Lo seré.
Mañana será el primer día del resto de mi vida.

domingo, 1 de enero de 2012

Mi reina. Y mi ruina

"De nuevo me sentí helado por la sensación de lo irreparable. Y comprendí que no soportaría la idea de no oír nunca más su risa. Era para mí como una fuente en el desierto"
Eso  me pasa. Cambia risa por ronroneo. 
Estaba escribiendo algo bonito. Positivo. Quería escribir mi necesaria balanza. La que hago cada año. Quería decirle al 2011 que le quería. Que le amaba. A pesar de los pesares. Mi año montaña rusa. Con caídas libres. Roces con el cielo. Loopings. Y vueltas. Pero siempre esa sensación. De querer repetirlo eternamente. Quería decir que al final siempre me quedo con lo bueno. Que la balanza había hablado por sí sola inclinándose descaradamente hacia lo incandescente. Como a mi tanto me gusta. Que cada año al fin y al cabo tengo la sensación de que es ese el mejor de mi vida. Y creo que eso es precioso. Imagínate cuando tenga 89. Pero no puedo mentir. Un sólo día puede cambiarlo todo. Y no recordaba esa clase de dolor. Mi puzzle. Ayer le dieron un golpe a mi puzzle. 
He crecido mucho. Y por suerte no más de altura. La palmera que se dobla pero aguanta el huracán. En eso tengo que pensar. Porque sé que cuando algo se desea de veras todo el universo conspira. Soy una buena chica. El Karma no puede hacerme eso. Y le rezo a alguien en quien no creo como todos creen. Y le ofreceré promesas. Pactos. Y lo que sea necesario. Porque la necesito. Sé que no todos pueden entenderlo. No me preocupa. Nadie lo ha vivido. Nadie la ha tenido. Nadie sabe lo que es que te despierte cada mañana. Y mover las piernas cuando duermes y notarla ahí. Que tenga una pesadilla se meta contigo dentro de la cama y notarla contra tu barriga. Trece años conmigo. Desde los siete míos. Ella es mi infancia. Mi adolescencia. Y mi casi edad adulta. Ella soy yo. Me ha dado más lecciones que muchos ilustres. No existe el equilibrio si no la tengo a mi vera. Como ahora. La genética se lució. El genotipo y fenotipo perfecto. Y eso que no era ella a por quien fuimos. Luego quieren que no crea en el destino. Sé que no será inmortal. Ni yo tampoco. Pero ella es mi bicentenaria. Ambas lo seremos. Mi compañera de estudios. Mi hija. Mi hermana. Mi amiga. Y mi madre. Mi risa. Mi ternura. Y el amor de mi vida. 
Aquí intercambiamos los papeles. Yo soy el animal. Y ella la persona. Yo soy la zorra. Y ella mi Principito.
 No puedo decir feliz 2012. Todavía no puede serlo. Pero lo será. Lo será. Tiene que serlo. Y entonces volveré a contar [te,os] que no tengo propósitos de año. Pero quiero que mi máxima sea que nada es tan urgente, nena, nada tan importante, nada merece más la pena que el instante que tenemos delante y el siguiente y la oportunidad de hacerlo diferente. En esta casa somos chicas fuertes. Mucho. Ella lo es. Será nuestro Renacimiento. 

Has colgado tu bandera traspasado la frontera, eres la reina. Siempre reinarás,siempre reinarás. No puedo vivir sin ti, no hay manera. No puedo estar sin ti, no hay manera.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

La última copa. Y enchanté

Me dejaste a medias. Me dejaste a medias calles y anécdotas.  No me dejaste hacer ni decir demasiadas cosas. Y demasiado siempre es demasiado para mí. No pude decirte que no sólo me diste la sorpresa más bonita que me habían dado en la vida sino que tú eras la sorpresa más bonita que me había dado la vida. Y mira que la maldita ha sabido siempre donde darme. Se me ha llenado la boca de vómito con extra de purpurina al escribir esto. No pude decirte que eras mi seguro de vida. Nadie más podría haberme salvado de una parada cardíaca con su con[tacto]. Pude oír a tus manos mofarse de las palas del desfibrilador. 220, nena, ya noto la corriente. Ahora andaré en riesgo continuo.
Joder, tus manos. Podría haber escrito páginas sobre ellas.
No pude contarte que te cargaste en una noche mi abstinencia de dormir acompañada. Vuelvo a meter cojines en mi cama para poder conciliar el sueño. Ni gritarte que la única manera en la que hubiera sido guapa sería con la cara sollá de tus barbudos besos. Tampoco pude decirte que tenías razón cuando me dijiste que no te tenía en cuenta todo lo que habías hecho. Me retumba esa frase en la cabeza. Pero es que no me dio lugar a decirte que todos los ji, ¿no? y los no sé eran síes, por supuestos y muchos estoyrendidahazconmigoloquequieras. No quería asustar[me, te].No pude contarte que había ahorr-mang-ado para coger la primera nave y descubrir más de ese iceberg que eres. Mi imaginación estaba preparando un encuentro de los bonitos. De los que pasan a la historia de la humanidad. O por lo menos a las batallas que mi chica del pelo de trigo les contará a sus enanos. Esperaba que volvieses a preguntarme si quería volar. Ser tu alumna aventajada en las clases de planeo. De tu boca saldrían todos los pétalos que crees que necesito. Siempre me quedaré con las ganas de haber conocido a la rebelde sin causa. Y mejor en invierno. Con los pelicos tan largos que no se le vean los ojillos. Creo que es la única que te tiene calado. Y bueno, lo merece. 

¿Sabes? Estaba pensando en "y un beso de esquimal entre otros que no lo son tanto" mientras me lo dabas. Recordé algo que había escrito sobre ti meses antes pensando en el anterior. Joder, le diste vida a mi literatura. Fue precioso.  

Que mientras tú no sabías como deshacerte de mi yo me estaba dedicando a escribirte entre operaciones un cuento lleno de ventajas. Como el de Lucía y el sexo. Mi primer escrito de más de una carilla. Algo con principio, nudo y desenlace.
Que había demasiadas escenas de películas que quería recrear contigo. Hacerte mi Señor Quincampoix. Con BSO incluida. Besarte como Evey Hammond. Ser Serah. Ponerme un bañador negro y representar esa escena de Leaving Las Vegas. Y también el momento de los regalos. Decidir entre los dos si soy Ana o la chica del final de El lado oscuro del corazón. Creo que tengo más de Oliverio. Lavarte como en Copying Beethoven. Reconocerte en otros cuerpos como en El viaje de Chihiro. Responderte "porque todos los demás me aburren, tú eres diferente" como Stephane en La ciencia del sueño si tú me preguntas "¿por qué yo?". Que me dijeses como a Marla en El club de la lucha eso de "me has conocido en un momento extraño de mi vida". Ver todo caer con la tranquilidad de que tengo tu mano. La misma que habría sentido al perderme contigo por todos los puntos geográficos que dicen que existen. Todos esos puntos que siguen sin estar fosforitos en mi mapa de viajes. La misma que habría sentido al hacer una ruta por el Reino Unido para descubrir las yonosécuántas maravillas de Bansky. Acompañados por mi no-orientación y tu despiste por naturaleza.

Perdernos en tu Polo sin Norte ni Sur ni GPS. Allí nos tocaría hacer de Mi vida sin mí. Poner Senza Fine y decirte que si no me besas me voy a poner a gritar. Descubrir que cara pones al conducir. Hacerte rabiar cambiando canciones. O ponerte la cabeza como un bombo con mis desafines. Aprender a enfadarte. Causas. Efectos. Epidemiología. Y a deshacerlo con un movimiento. Sin fármacos. Me quedaba también arrancarte una carcajada. No una sonrisa. Ni una risa a medias. Carcajadas. Hacerte reír tanto que te doliesen las costillas. Y ser consciente de que el kilómetro 0 está en tu garganta.
Quería aprender tanto de ti. Más aún. Ya sabes que comenzaste a alimentarme desde el Big Bang. Descubrirme hombres que cambian los días y la vida. También se aceptan mujeres, ¿eh? Aprender a montar en bici. O a meter el culo en las cestas de Cruzcampo. Y los patines. Encontrarnos en librerías desconocidas y salir con algún tesoro no reconocido. Golpear las venas como tú lo haces. Bailar en la calle sin música. Aprender a decir todo aquello para lo que nunca me instruyeron. Y a pronunciar a la perfección esa palabra que tanto te gusta. Practicar lo que aprendiese en clases de piano sobre tus costillas. Besarte debajo de la lluvia. O bajo la alcachofa de la ducha. Lluvia artificial. Desnudos en la playa. O vestidos en la bañera. Experimentar[te]. Demostrar científicamente si es posible besarte con desgana. O saber cuántos capítulos de un libro te caben en el cuerpo. Ver si se desgastan o se corren los bolígrafos al saber que te transitarán. Me quedaron demasiados etcéteras que vivir[te].

A menudo creo que los espías te tienen en un zulo. Y que no eran sino tipejos de Coca-cola. Por eso que no paren de decir que hay razones para creer en un mundo mejor. Y es que la vida es menos puta desde que me dijeron eso de "vengo a hablar contigo porque me han dicho que eres una tía muy interesante". 


Sonríe chico guapo de la gorra. Que yo lo hago siempre que te cuelas en mi materia gris. 


martes, 27 de diciembre de 2011

Borradores. Y limpieza

La ropa se me queda grande. Será que te echa de menos y quiere que quepamos los dos dentro de ella. Mis huesos salen a buscarte. Se ofrecen salientes por si naufragaste y necesitas que te salve.

Aunque más bien soy yo la que necesita el bote. Pero esto es como las circunstancias de Ortega y Gasset.Si no las salvo a ellas no me salvo yo. Tú eres mis circunstancias. Y Tú me salvas. 
Sé que hablo para mi sola. Para nada. Porque no (me,te) salvaré. Benedetti estará contento. No me salvé. Ni ahora ni nunca. Tal y como él quería. 

 

martes, 20 de diciembre de 2011

Mala circulación. Y canela

Hoy me he levantado más zorra que de costumbre. En todos los sentidos. Animal instintiva. Promiscua. Domesticada. El calendario me ha dicho que hace 75 días que tu paquete estaba en mis manos. Hace 75 días que mis manos están heladas. Hace 75 días  que mis dedos siguen llevando tu nombre cuando desaparecen entre mis piernas. Y no puedes hacer nada para evitarlo. Ya se me pasará. Como todo. Como a ti. Pero mientras tanto ahí estoy. Follándome a tu recuerdo. Me lo follo. No le hago el amor. Eso lo reservo para ti. Sea ahora o dentro de treinta años. No sabes las lluvias tropicales que desencadenas en mi imaginación. Así que figúrate. Tú. Que siempre acabas kilómetros por delante de mis expectativas. A ratos te mando a mamarla. Y a ratos me encantaría estar mamándotela. Y si no te gusta, ¿sabes lo que tienes que hacer? Venir aquí y sacar mis manos de mi entrepierna. Meter las tuyas. O tu cabeza. Te resguardaré del frío en las orejas. O tu bajo ombligo que me desubica en el espacio y en el tiempo. Enbestirme una y otra vez con tus neuras y vicios. Intentando hacer que huya de ti. Arrancarme la ropa en tu lucha por sacarte de mi perturbada mente. Desgastarme las articulaciones con la esperanza de que te olvide después de saciar el mono. 

Dame otro puto amanecer. De esos en los que parece que estás dormido. Pero en cuestión de milisegundos te tengo encima dándole los buenos días a todos mis sentidos. Incluso a los que no existen. Incluso a los que tú inventaste.