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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Un hueso. Y una veleta

Que subas a mi ventana escalando sobre mi pelo. Que me descosas la cara. Dibujas cuanto quieres. Tener miedo de sostenerte la mirada. Diez segundos más en tus ojos de Peter Pan me harán ver Nunca Jamás. Pegarte a mis costillas con superglu. Y bordar en tu lengua mi nombre. Echarte sal en los ojos. Que me recuerdes sólo a mí. Rompe todos mis relojes. Fúmate todas mis estrellas. Dibujar un plano a escala de tu cuerpo. Con todas las paradas de metro. Y los monumentos de visita obligatoria. Recortarte. Acostarte junto a mi. Ronronearte por las noches. Mullirte por las mañanas. Arañarte los días de fiesta. Y lamer todas tus heridas. Que encuentres mi señal de la varicela. Y quieras hielo para mis ojos. Bebértelos de un trago. Con todas las burbujas. Estudiar contigo anatomía. Abrirte en canal. Lanzarte mil besos dentro. Ya no podrás escapar.
Esconderte bajo mis sábanas cuando tengas pesadillas. Sobarte hasta desgastarte el color de la piel. Colgarte de mis perchas y vestirme de ti cada día. Cansarte de tanto abrazos. De tantas palabras. De tantos escupitajos de dependencia. Arrojarte por mi ventana.
Que me extrañes tanto que te quedes sin pestañas. Y dibujes mi pelo sobre el suelo. Y que imagines subir por él.
Saltar de la ventana sobre ti. Que te hagas dueño de mis articulaciones.
Rendirme. Más de diez minutos en tus ojos. 
Querer ser tu Wendy.
Y que no te olvides de regalarme un dedal. De los de verdad.
Que le den a Campanilla.
Que para volar te sobra conmigo.