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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

sábado, 4 de febrero de 2012

Sábados. Y taxistas

Me sabe a humedad. A calambre. A coincidencias. Y a alcohol. De ese en el que nos gusta bañarnos. Y del que uso para curar[nos] las heridas. Las que teníamos. Y las que a veces nos [des] y a veces hacemos. Me sabe a silencio. A intervalos. Me sabe a calendarios. A mi puñetera apoptosis. Al Nessun Dorma haciendo que mis martillos, yunques y estribos crean estar hasta el culo de MDA.
No voy a decirte que tu nombre me sabe a hierba. Eso dejémoselo a Serrat. Y si me sabe a hierba será con nombre de mujer. Y créeme que no quiero que me sepa a nombre de fémina a no ser que lleve una [n] intercalada. Entonces sabría a sal.

Lo sé. Apesto a recaída.



5 comentarios:

  1. Ya tienes una mentira (o no tan mentira más).
    Me ha gustado lo que escribes, tu blog en sí, cada verso que dedicas.
    Y tranquila, no eres la única rara, yo también adoro la leche sola y leo el último párrafo del libro antes de comenzar a leerlo jajaj:)

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  2. Hola! Bonita entrada. Me gusta este blog. Te sigo, ¿vale?
    Un saludo!!
    pd: es peligroso, eso de leer el último párrafo. ;)

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  3. Eres demasiado genial, tú.
    Mil (re)gracias, siempre
    :)

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  4. Hoy llegue a tu blog de esas maneras en que uno no sabe como llego pero da lo mismo.
    amo tu blog, enserio.
    los raros somos muchos pero pocos.

    !!!

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  5. Me gusta cómo relatas todos esos dramas aparentemente cotidianos, con esa fuerza.

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