Me sabe a humedad. A calambre. A coincidencias. Y a alcohol. De ese en el que nos gusta bañarnos. Y del que uso para curar[nos] las heridas. Las que teníamos. Y las que a veces nos [des] y a veces hacemos. Me sabe a silencio. A intervalos. Me sabe a calendarios. A mi puñetera apoptosis. Al Nessun Dorma haciendo que mis martillos, yunques y estribos crean estar hasta el culo de MDA.
No voy a decirte que tu nombre me sabe a hierba. Eso dejémoselo a Serrat. Y si me sabe a hierba será con nombre de mujer. Y créeme que no quiero que me sepa a nombre de fémina a no ser que lleve una [n] intercalada. Entonces sabría a sal.
Lo sé. Apesto a recaída.