Hoy me he levantado más zorra que de costumbre. En todos los sentidos. Animal instintiva. Promiscua.
Domesticada. El calendario me ha dicho que hace 75 días que tu paquete
estaba en mis manos. Hace 75 días que mis manos están heladas. Hace 75
días que mis dedos siguen llevando tu nombre cuando
desaparecen
entre mis piernas. Y
no puedes hacer nada para evitarlo. Ya se me pasará. Como todo. Como a
ti. Pero mientras tanto ahí estoy. Follándome a tu recuerdo. Me lo
follo. No le hago el amor. Eso lo reservo para ti. Sea ahora o dentro de treinta años. No sabes las lluvias tropicales que desencadenas en mi
imaginación. Así que figúrate. Tú. Que siempre acabas kilómetros por
delante de mis expectativas. A ratos te mando a mamarla. Y a ratos me
encantaría estar mamándotela. Y si no te
gusta, ¿sabes lo que tienes que hacer? Venir aquí y sacar mis manos de
mi entrepierna. Meter las tuyas. O tu cabeza. Te resguardaré del frío en
las orejas. O tu bajo ombligo que me desubica en el espacio y en el
tiempo. Enbestirme una y otra vez con tus neuras y vicios. Intentando
hacer que huya de ti. Arrancarme la ropa en tu lucha por sacarte de mi
perturbada mente. Desgastarme las articulaciones con la esperanza de que
te olvide después de saciar el mono.
Dame otro puto amanecer. De esos en los que
parece que estás dormido. Pero en cuestión de milisegundos te tengo
encima dándole los buenos días a todos mis sentidos. Incluso a los que
no existen. Incluso a los que tú inventaste.
Buaaff.... demasiado.
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