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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

martes, 20 de diciembre de 2011

Mala circulación. Y canela

Hoy me he levantado más zorra que de costumbre. En todos los sentidos. Animal instintiva. Promiscua. Domesticada. El calendario me ha dicho que hace 75 días que tu paquete estaba en mis manos. Hace 75 días que mis manos están heladas. Hace 75 días  que mis dedos siguen llevando tu nombre cuando desaparecen entre mis piernas. Y no puedes hacer nada para evitarlo. Ya se me pasará. Como todo. Como a ti. Pero mientras tanto ahí estoy. Follándome a tu recuerdo. Me lo follo. No le hago el amor. Eso lo reservo para ti. Sea ahora o dentro de treinta años. No sabes las lluvias tropicales que desencadenas en mi imaginación. Así que figúrate. Tú. Que siempre acabas kilómetros por delante de mis expectativas. A ratos te mando a mamarla. Y a ratos me encantaría estar mamándotela. Y si no te gusta, ¿sabes lo que tienes que hacer? Venir aquí y sacar mis manos de mi entrepierna. Meter las tuyas. O tu cabeza. Te resguardaré del frío en las orejas. O tu bajo ombligo que me desubica en el espacio y en el tiempo. Enbestirme una y otra vez con tus neuras y vicios. Intentando hacer que huya de ti. Arrancarme la ropa en tu lucha por sacarte de mi perturbada mente. Desgastarme las articulaciones con la esperanza de que te olvide después de saciar el mono. 

Dame otro puto amanecer. De esos en los que parece que estás dormido. Pero en cuestión de milisegundos te tengo encima dándole los buenos días a todos mis sentidos. Incluso a los que no existen. Incluso a los que tú inventaste. 



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