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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

sábado, 9 de julio de 2011

Lo que no. Y resaca

- Y tú, ¿en qué crees?  ¿El karma?, ¿el devenir?, ¿el sino?, ¿el superhombre de Nietzsche?, ¿los principios bohemios?, ¿la suerte?
- No confío en los golpes de suerte
- ¿Eres de los que cree que la suerte se la busca uno mismo?
- Pienso que si eres un desgraciao morirás siéndolo por mucho que te lo den todo hecho. Y tú, ¿en qué crees?
- Me puse nerviosa mientras cantaban. Tenía que recordarlo. No sabía si invertirlo. Me centré en aquella llama y en recitar a Tayler Durden como si fuera un maldito conjuro:

Todas las estrellas fugaces andan hartas de escuchar
cada noche tu nombre de buenos días.
Eres famoso
entre las velas de cumpleaños
y los dientes de león
y las pestañas perdidas en las dunas de cualquier mejilla.

Y mi deseo fue tu nombre. Tu nombre y todo lo que viene tras él. Te pedí a ti en todas las estaciones del año.

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