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Intenté escapar de las palabras. Quería crecer. Tal vez lo haga con ellas. O tal vez agarre la mano de Peter para siempre.
No aguanté. No sé si ellas me pertenecen o yo les pertenezco a ellas. Me tienen calada.

martes, 4 de enero de 2011

L'ombre de ton chien. Y borrachos que mienten

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 Las cosas que no se dicen suelen ser las más importantes. Será el miedo al silencio.

Y la reciprocidad ahora duerme sola. Se revuelca entre las sábanas creyendo consumirse. Édith Piaf la acompaña en sus sueños. Y no canta precisamente La vie en rose.
La luna tiene dos caras pero siempre vemos la misma.
La llevé al matasanos. Cardiomegalia fue el diagnóstico. El corazón del tamaño de dos cabezas. Por eso que no pueda respirar. Por eso que no tenga hambre.
Dicen que pueden recortarle el corazón. Luego lo reconstruirán. Pequeño y precioso tamaño de puño. No quiere ni pensárselo. Dice que sí. 
Y ahora se dedica a romper todos lo relojes. No hay día que no la encuentre arrastrándose por el suelo. Dice que el frío la alivia. El ruido. Y las personas. Sólo así deja de sentir ese hueco.
Se siente tan cansada.
"De repente pensé en aquella torturaba que practicaban en Francia. ¿Sabes qué hacían? Ataban las extremidades de una persona a cuatro caballos y los azuzaban en direcciones diferentes. Pues así es cómo me sentí. Así es cómo me siento.."
Tal vez sea lo mejor. Dormir hasta que todo pase. Y me recuesto junto a ella. Dice que no hay remedio ni enfermedad. Sé que mi mano no será suficiente. Pero debo intentarlo. La almohada está húmeda. Y ella cada vez más seca.
Y yo me quedo las noches observándola. Mientras sueña sonríe. Eso me reconstruye.
Y sólo espero que los hermanos no tarden en venir.
Tiempo y olvido.

Porque nada puede aliviar a una palabra que fue hecha para dos.


Porque nada sabe de adicción aquel que no se ha dejado la piel y el sudor en una canción que terminó quemada entre lágrimas y cucharas